lunes, 4 de junio de 2018

Contar el tiempo



De pequeño en la escuela
me enseñaron a contar;
aprendí a contar los números,
a contar historias
pero jamás me contaron
cómo se contaba el tiempo.

Me explicaron que existían
las horas, los minutos y segundos
pero nunca me dijeron
que en los malos ratos
las horas se hicieran eternas
y en los buenos
los minutos corrieran tanto
que pareciera que no iban
de sesenta en sesenta.

No me explicaron
en qué gastar el tiempo libre
ni qué hacer con los tiempos muertos,
solo me dijeron...
tiempo al tiempo...
y verás como todo
llega a su tiempo.

Y dejé el tiempo pasar
y casi no llegué a tiempo de nada,
corrían malos tiempos,
no era tiempo de pensar;
así que quise detener el tiempo,
intenté parar todos los relojes del universo,
atrapar la vida entre los dedos
para dejar de ir a destiempo.

Pero no fue suficiente,
y llegué a viejo,
y me di cuenta de que no se podía contar el tiempo,
solo contaba la experiencia y lo vivido;
eso que ahora yo cuento a mis nietos,
sin importarme cómo pasa el tiempo.

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