lunes, 29 de abril de 2019

Folio y Pluma


Folio no era uno más del montón,
no le gustaba la vida que llevaba,
conocía el papel de su vida
y no quería terminar
arrojado contra la pared;
así que Folio se dejó caer,
pretendía ser libre,
conocer el amor
y dejarse hacer.

Se fue corriendo tras el viento
convertido en avión de papel
en busca de una Pluma,
que no se dejara nada en el tintero
y se vaciara en él.

La encontró no muy lejos de allí,
altiva, elegante, sin acompañante
y con un cuerpo deslumbrante.

Folio se quedó en blanco
y no supo qué decir,
no estaba a la altura,
no podía fingir;
decidió seguir su camino
hasta convertirse en pergamino;
adquirió la madurez
que le quitó la vergüenza
de mostrar su desnudez.

Y regresó en busca de Pluma,
que mientras tanto
había seguido tatuando otras pieles;
se quitó las arrugas y se estiró;
se lanzó a conquistarla, a seducirla;
intentó que conociera sus pliegues,
cicatrices de otros escritores,
le enseñó que los tachones podían ser bonitos
y también perfectos a pesar de los desperfectos;
le juró amor eterno y una vida
llena de dibujos, letras y recuerdos.

Terminaron haciendo juntos el amor,
no le importaba que fuera en blanco y negro
aunque su ilusión era a todo color;
y así Folio y Pluma se fundieron en un solo renglón,
escribieron una historia que fue la envidia del montón,
contaron maravillas llenos de emoción
y fueron lo mejor de su edición.