A Rojo le gustaba su color,
era intenso y lleno de pasión,
a veces se ponía colorado
cuando le decían algún piropo
y terminaba al rojo vivo
cuando se le encendía el amor.
era intenso y lleno de pasión,
a veces se ponía colorado
cuando le decían algún piropo
y terminaba al rojo vivo
cuando se le encendía el amor.
Enfrente estaba Amarillo,
con él hacía buenas migas,
juntos formaban una bandera
que hoy tiene a su tierra dividida.
Un poco más allá estaba Verde,
al que le decían inmaduro
por querer a otro Verde;
pero él se llenaba de esperanza
cada vez que soñaba
y le daba igual que le pusieran verde
por luchar por su amor
a capa y espada.
Al otro lado se encontraba Azul,
siempre viendo el lado bueno de las cosas,
y aunque la vida no eran nunca de color rosa
miraba siempre al cielo
intentando encontrar la luz.
De Blanco y Negro no digo nada,
tan solo que les gustaba jugar a las damas
además de llevarse la contraria,
y mientras uno lo veía todo negro
el otro tenía carta blanca;
nunca estaban conformes,
y a pesar de que no discutían
era difícil ponerlos de acuerdo,
eran polos opuestos.
Y así vivían los colores,
formando junto a otros arco iris en el cielo,
ondeando banderas de anillos olímpicos,
dando vida al juego del parchís
y nombre a un pequeño grupo infantil.
Y mientras, los mortales
poniéndonos morados de cosas terrenales,
y aunque de vez en cuando nos cae algún marrón,
siempre pensamos que fue un error;
y nos gusta ir de punto en blanco
a cualquier fiestón,
otras veces de negro obligado
cuando alguien nos dice adiós;
y cada cuatro años,
amarillos de rabia cuando pierde la Selección.
Estos son los colores
que unas veces sí y otras no,
nos alegran la vista y nos dan satisfacción.