jueves, 29 de septiembre de 2016

El libro de la vida

 
 
Cuando tenemos un libro en las manos es como si tuviéramos nuestra propia vida en ellas.

Para comenzar la lectura siempre hemos de hacerla hacia adelante, nunca hacia atrás; cada día vamos consumiendo páginas, leyéndolas despacio, porque si avanzamos deprisa no saboreamos la verdadera historia y nos perdemos los detalles importantes.

Nuestro libro se compone seguro de unos cuantos capítulos que hemos de leer siguiendo un orden, y no podemos pasar de capítulo si antes no hemos terminado el anterior; si nos saltamos páginas, aparte de no entender nada, nos estaríamos perdiendo parte de la esencia del argumento, que es la misma vida.

Los libros se leen, no se releen; lo leído ya está leído y vivido; esas páginas no han de arrancarse para recordarnos que la historia que se forja forma parte de nosotros y nos hace a cada uno como somos; y no hay que volver a ellas a no ser que queramos rectificar o aprender de los errores.

Nunca podemos abrir un libro por dos páginas diferentes al mismo tiempo; para abrir una tenemos que cerrar la otra y dependiendo de la página que elijamos leeremos y viviremos cosas diferentes; cual será mejor, no lo sé; ahí está el reto, el riesgo, la aventura… y el triunfo; no hay que tener miedo a leer.

Es difícil escoger un buen libro; porque sí, los libros se escogen; todos elegimos la vida que queremos llevar y los caminos por los que hemos de andar. Cuando uno de ellos cae en nuestras manos nos dejamos llevar por el título, por el aspecto, por la sinopsis…. pero para saber si el libro nos gusta hemos de empezarlo y llegar hasta el final; hemos de emprender la aventura de leerlo aunque nos acabe decepcionando; a veces no nos enganchará y en el primer capítulo decidiremos abandonar para no perder el tiempo, buena decisión, pero si seguimos avanzando más y más, llegará un momento en que no podremos renunciar a la lectura; los libros no se dejan a medias, quedarían incompletos igual que nuestra vida. Si no nos hemos rendido en los comienzos y hemos seguido avanzando, tal vez nos sorprenda, nos llene y no nos arrepintamos de haber llegado hasta el final.

Pero nuestro libro es un libro mágico y como tal, además de leer también podemos escribir en él… ójala que si el libro que hemos escrito cae alguna vez en manos de un extraño este lo lea de principio a fin; y descubra en él que el protagonista de la historia, a pesar de todos los errores y equivocaciones, ha sido inmensamente feliz; que su existencia ha estado colmada de buenos momentos, de verdades, de decisiones acertadas, de amor, de pasión, de amistad… en definitiva, de una vida plena y gozosa.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Fuente de los deseos



En la fuente del deseo
monedas siembran el suelo,
sueños submarinos
a la espera de verse cumplidos.

A ella acuden parejas,
solteros y amantes;
amigos, unos pocos estudiantes;
ricos y pobres,
incluso gobernantes.

Deseos a sorbos dulces,
pequeños instantes;
por un mínimo importe
tal vez lo pedido se cumple.