La noche, mi amante

Esta noche que me embruja,
que mi cuerpo embriaga,
esta noche que avanza,
callada...
me atrapa, me ama.

Ejerce de amante,
me besa en los labios,
avanza incesante,
me envuelve en sus brazos.

Esta noche dulce, 
que mi alma seduce,
esta noche alegre...
se vuelve ausente
con las nuevas luces.

Pobres ricos

Por nacer donde no debí
vivo en un mundo
que no entiendo,
de nada me faltó,
tan solo el entendimiento.

Por nacer donde no debí
me alejé de lo cotidiano,
sobrevivir es bien mirado
si con el sueldo es pagado.

Yo no lo pedí
más todo recibí,
lo poco 
no me resulta cercano,
nunca aprendí a vivir 
teniendo vacías las manos.

Culpa no tengo
de ocupar un palacio,
al azar se lo debo,
no es mucho lo que quiero.

Perdón no pido
por tener dinero,
pero si lo pierdo
caigo al vacío,
me quedo sin sueños.

Caracola

Caminando por la playa
una concha me encontré,
pequeña, blanca, rayada
al oído me la acerqué.

En su interior pude escuchar
el lejano estupor del mar,
su garganta me hizo vibrar,
y al tiempo, mis ojos cerrar.

En sus aguas me imaginé
nadando detrás de un pez,
soy un marinero pensé,
que a tierra no quiere volver.

Hoy mi concha encerrada está,
presa es de mi corazón,
a ella acudo sin cesar
cuando del mar me quiero acordar.

Y es que no hay razón
para alejarse del mar,
inquieto deseo regresar
para en sus aguas navegar.

Solos en la ciudad

Cuando nos quedamos a mitad de camino,

cuando nos encontramos en tierra de nadie,

a menudo pensamos en desaparecer,

escondidos entre la multitud,

sin más compañía que nuestra propia soledad.

Y en ese abismo de la ciudad

donde todo el mundo viene y va,

a veces nos cuesta entender

que estar solo no es motivo

para nuestros sueños esconder.

Porque en la arena del asfalto,

en la ventana del piso más alto,

en las entrañas del suelo,

y en lo profundo de nuestro ser;

una voz se alza y clama:

que la batalla está ganada,

si respiras profundo

y levantas la mirada,

que no estamos solos,

que el sueño no está tan lejos,

que la vida no es luto,

que las sombras no oscurecen,

que todo lo que nos cuesta entender

está bajo nuestros pies.

Sueños

Sueño con volar a tierras lejanas
donde habite la paz y la esperanza,
creo en el hombre que ama
creo que es posible un mañana.

Sueño que otro mundo es posible
donde no se confundan
flores con rifles,
donde las balas sean de papel
y de teatro las muertes.

Sueño que otro lugar existe,
que a pesar de este mundo triste
la vida resiste
todos sus embistes.

Creo en la gente y su magia,
en las personas cercanas,
creo en ti y pongo mis ganas
en soñar contigo ese mañana.

Colorín, colorado

Colorín, colorado
este cuento se ha acabado,
otro habrá que escribir
que tenga final feliz.

Nueva historia que vivir
nueva vida que contar,
no merece la pena sufrir
ya es hora de disfrutar.

Dejar al corazón sentir,
oír su suave palpitar,
ahora que estás a su lado
está mejor acompañado.

Pendiente

Pendiente cada día de que salga el sol,
de que la mañana llene de rocío nuestros cuerpos,
de que la noche deje cenizas en mi almohada.

Pendiente de un calor que no llega,
de un frío que no se quiere marchar,
de un fuego que quema las entrañas.

Pendiente de una noche que no se acaba,
de unos sueños que se van,
de un despertar que roza la madrugada.

Pendiente cada día de que salga el sol
y se lleve todos los fantasmas.

Te echo de menos

En estas horas inciertas
donde tu ausencia castiga,
me apego al recuerdo ileso,
pendiente del calendario
que el otoño fustiga.

Horas que caen
como hojas vespertinas,
cubren mi soledad
con manto de tela fina.

Resuenan las campanas
con sus mejores melodías,
mi alma se llena de afonía,
te echo de menos, vida mía.

La buena muerte

Esta mañana me levanté temprano y fui a la playa;
mientras esperaba sentado al amanecer
cogí un puñado de arena entre mis manos;
era suave y fina como la seda,
húmeda como la piel de un pez.

A lo lejos, lentamente, iba apareciendo
esa bola de fuego brillante que aún no quemaba,
como si estuviese cabalgando sobre las olas.

El agua resplandecía como el oro,
dejando ver una mezcla de colores
que nunca ningún pintor
podrá reflejar en sus cuadros.

Las velas de los barcos relucían
y las alas de los pájaros brillaban
en medio de esa especie de arco iris.

De pronto me quedé sorprendido.

Vi resurgir de las aguas del mar
un alto y esbelto cuerpo.
El aire ondeó sus cabellos
y las gaviotas se posaron en sus brazos.
Su vestido volaba al viento
queriendo desprenderse de su piel.

Caminó sobre el mar deslizándose
con una dulzura inimaginable.
Los delfines saltaban haciendo piruetas
para arrancar de sus manos una simple caricia.

No pude ver más,
los rayos del sol me deslumbraron
y su imagen se volvió borrosa.

Con los ojos casi cerrados diviso
su carita de ángel,
sus ojitos de niña,
su sonrisa inocente
que aún no ha había descubierto
lo malo de la vida,
su mirada penetrante
clavándose en mis pupilas.

Mientras, la arena se fue
escapando entre mis dedos,
y las olas llegaban hasta mí
mojando parte de mi ser.

Sentí cómo el agua
resbalaba por mis piernas
estando ya casi sumergidas;
pero no importó,
seguí mirándola,
y sintiendo el agua,
que era lo único que me unía a ella.

¡Cómo me gustaría ahogarme en sus profundidades
para estar a su lado!

Percibí cómo se zambullía dejando al descubierto
su hermosa cola, deslumbrante,
incomparable con cualquier especie
que habite en el mar.

Cada vez veía menos,
cerré mis ojos pesados
para recuperar la vista.
Al abrirlos no distinguí nada;
tan solo los barcos de antes
más lejos y pequeños,
pero nada más.

Me tumbé en la arena
y cerré los ojos de nuevo,
pensando en esa sensación anterior.

Sin saber porqué me quedé dormido.

Al poco tiempo sentí
que el agua alcanzaba mi cuerpo;
me desperté,
y vi a mi lado a esa mujer
que había visto danzando
al son de las olas.

De cerca era mucho más bonita,
su pelo rizado, rubio
y sus ojos azules.
Sus escamas parecían
perlas cosidas con hilos de oro
por sus amigos de las profundidades.

Aún conservaba el vestido blanco.

Me envolvió en él,
me tapó los ojos
con sus blanquecinas manos,
y con un beso de sus labios
me sumergió con ella hacia dentro.

No me importó no volver a ver
los árboles, las montañas,
las casas, las flores...
porque en su hermosura
podía contemplar toda la tierra junta.

Tampoco me importó perder
todo lo que la vida
me había dado hasta entonces,
porque lo que ahora había encontrado
era la misma vida pero:
con toda su plenitud,
con toda su paz,
con todo su gozo y
con todo su amor.

Y pensar...

Y pensar...
que no existen días,
ni noches,
si no existes tú;
y pensar...
que la ausencia
desgasta las horas
si no estás,
y el aire
se vuelve frío
cuando te vas.

Y soñar...
que nuevos mañanas
vendrán,
a disipar
vacías auroras,
mareas de dudas,
vientos de soledad.

Y soñar...
que se llena de magia
la realidad,
que la vida
recupera su aroma,
que se iluminan
las sombras,
que regresa
la paz.

La escalera

Toda la vida me he preguntado
a dónde lleva esa escalera,
quisiera descubrir que hay detrás de ella
encontrar el tesoro que en su altura encierra.

Se eleva sinuosa, majestuosa,
marcando caderas cual mujer esbelta,
caracolea juquetona, bella y apuesta,
se eleva tan dulce que me enamora.

Yo intento trepar por ella
pero mis piernas entre las suyas se enredan,
no quiere que la descubra y me atrapa,
quiere mantener su identidad oculta.

¿Qué escondes allá arriba
que no permites que alcance tu cima?
Mira que es por tu bien, querida mía,
que quiero liberarte, no es una osadía,
para que mi alma no se sienta vacía.

Comparte tu secreto conmigo
y seré el guardián de tus tesoros,
y cuando te veas vieja, ennegrecida,
allí estaré yo, compañera,
ocupando tu puesto en la huida
fundiendo tu cuerpo con el mío.

Razón o corazón

Voces oigo en mi cabeza

que me alertan e inquietan,

latidos siento en mi pecho

que me dejan al descubierto.

¿Cómo saber si lo que escucho

me hará perder la razón?

¿Cómo saber si lo que anhelo

me hará sangrar el corazón?

Eterno dilema es siempre

hacer caso a la mente,

pero peor es saber

lo que te pierdes,

por no dar la razón

a lo que el corazón siente.

Quisiera ser

Quisiera ser el mago que hechice tus encantos,
y colarme en tus sueños sentado en tu regazo.

Quisiera ser la sangre que brote de tu corazón
y corra por tus venas,
acariciando tus arterias, purificando su color.

Quisiera ser el agua que mana de la fuente
para besar tus dulces labios,
los rayos del sol atravesando las nubes
para abrazarte en el ocaso.

Quisiera ser el aire que respiras al amanecer,
la brisa envolviéndote entre sus brazos,
el fuego que quema tus entrañas,
el olor que desprenden tus fragancias.

Y quisiera construir castillos con tus besos
para encerrar entre sus muros mis recuerdos,
y quisiera conocer los mares palmo a palmo
y navegar sobre tus aguas mi velero.

Y quisiera ser también las playas de tu desembarco,
el Robinson cautivo de tu relato,
el agua que brota de tu mar insondable
el navío que arriba en tu puerto solitario.

Y quisiera perderme en las profundidades de tu océano
y encallar en las rocas de tu costa,
ser tu isla, tu náufrago, tu rescate,
ser el dueño de tus paisajes,
tu mar, tu sal, tu oleaje.

Regálame

Regálame tu sonrisa,

esa que alegra mis mañanas,

la que me envuelve

y me hace fácil la vida.

Regálame tus caricias,

esas que me tocan suaves,

que mi piel erizan,

las que encienden la llama

y me tranquilizan.

Regálame tus abrazos,

esos que curan fatigas,

los que descargan la pena

y cierran las heridas.

Regálame tus besos,

esos que yo solo siento,

los que me roban el aliento,

los del amor confeso.

Envejecer

Aunque mi cabeza
se llene de canas
y de arrugas
se pueble mi cara;
aunque mis manos
sujeten la nada
y escondan sus venas,
finas, moradas.

Aunque un suspiro largo
salga de mis labios,
y de mis ojos broten
lágrimas color plata;
hay que seguir
en la batalla.

Y si mi mente se nubla
y de vacío se llena,
y si mis palabras
avanzan lentas
y mis recuerdos huyen
en plena algarabía;
y si mis pasos
se quedan cortos
y mis ojos no encuentran
el camino de vuelta;
en mi corazón y alma,
siempre habrá,
una joven primavera.

Eres mi mundo (I)

Eres mi mundo,
en calma, en llamas,
repleto de anhelos,
de vidas, de vuelos.

Eres mi mundo,
al cual me acostumbro,
lleno de enredos,
de dudas, de duelos.

Eres mi mundo
con ruidos, confuso,
de sonidos oscuros,
de placeres ocultos.

Eres mi mundo
lejano, perverso,
de duendes traviesos,
de besos en verso.

Eres mi mundo,
mi vida, mi cielo,
el lugar que habito;
eres mi sitio,
mi sano refugio,
mi alma, mi dúo.

Eres mi mundo,
mi norte, mi rumbo,
mi ser profundo,
mi suerte, mi embrujo;
eres mi único tesoro,
mi ángel custodio,
mi luna de agosto,
mi torre, mi loco.

Eres mi mundo,
eres mi sueño,
eres mi todo.