Me haces falta,
cuando mis fuerzas fallan
y me quedo sin energía,
cuando levantarme cada día
implica caminar cuesta arriba;
me haces falta,
cuando la noche cae
y huele a despedida,
cuando el reloj trae
horas tristes y frías,
cuando mis sábanas están vacías
y mi alma se da por vencida.
Me haces falta,
en la tarde y en la mañana,
en la calle y en la cama,
en el regreso y en la huída;
me haces falta,
mucha falta,
y no puedo pedirte nada.
Te quiero,
a pesar de mis miedos,
en contra de la lógica,
en los márgenes del tiempo.
Te quiero,
en lunes, en viernes,
en las lunas de septiembre,
y en los días de poniente.
Te quiero,
de la única forma que sé,
en las calles del amor,
donde no vive la razón
pero habita el corazón.
Te quiero,
como la abeja ama la flor,
como el lápiz el papel,
como el verano su calor.
Te quiero,
como la luna ama al sol,
que apenas se rozan
y se eclipsa su amor;
como el rocío las frías mañanas,
las fragancias su frescor,
un pájaro su vuelo
y un varítono su voz.
Te quiero
aunque no estés,
a pesar de la vida
y su falta de interés,
te quiero,
al derecho y del revés,
te quiero sin excusas
te quiero por ser.
Te extraño,
como el árbol caduco el mes de marzo,
como un despertador a sus mañanas,
como el niño pequeño sus zapatos,
como una rosa su fragancia.
Te extraño,
como los alegres cumpleaños el calendario,
como las frías noches, los cálidos abrazos,
como los secos charcos el agua de la lluvia,
como el mar... la sal, la espuma, los barcos.
Te extraño,
como se extrañan los poemas sin verso,
las canciones sin melodía
o los 'te quiero' sin beso;
como se extraña un 'te amo' dicho a tiempo,
un amigo en los malos momentos,
una sonrisa, un invierno, un recuerdo.
Te extraño,
como la tormenta el día claro,
como el viento cuánto llevarse a su paso,
como una goleta la luz del faro.
Te extraño,
como los grabados la gama de colores,
como un perfume, sus suaves olores,
como el chocolate sus dulces sabores.
Te extraño si no estás a mi lado,
te extraño y te amo.
En tus brazos
encuentro el sosiego,
con tus besos
se enciende el deseo;
son tus caricias
las que me alivian,
con tus abrazos
desaparecen los miedos.
Son tus risas
las que me animan,
tus palabras
me dan vida,
son tus susurros
los que me tranquilizan,
tu ternura, tu encanto,
tu cordura.
Navidad,
tiempo de amar,
de compartir
y disfrutar;
tiempo de encuentros,
y reencuentros,
de amor
y de paz.
Navidad,
familia y amistad,
volver a empezar.
Siempre llego tarde a los sentimientos,
sin demoras,
siempre la ansiosa espera
me desborda.
Siempre hago
caso omiso a la desesperanza,
siempre permanezco
fiel a tu llamada.
Soy crítico de mis añoranzas,
hijo pródigo de tu alma,
vivo al sur de la calma,
vivo en un instante sin pausa.
Ateo insumiso de mis mordazas,
buscador de tesoros a ultranza,
se perdió lejana la musa
se clavó en mi pecho tu lanza.
Cuando estoy contigo
se para el reloj del tiempo,
se deshacen los minutos
en mis brazos,
besan los segundos
nuestros labios.
Cuando estás conmigo
las horas se detienen
a contemplarnos,
no existe el espacio.
Y a mí me parece
que los dias vuelan
y las noches corren,
que el reloj
pierde el control
y sube el volumen,
que se funden
nuestros cuerpos
y se confunden.
Noche de encuentros,
de risas y besos,
de mezcla de recuerdos,
lejanos en el tiempo.
Noche de amigos,
de instantes pasajeros,
de momentos compartidos,
en el alma retenidos.
Noche de compañeros,
a la espera de ser,
pronto repetidos.
Para apagar tus infiernos
y sofocar tus incendios
tengo yo remedio:
En brasas de hielo
convierto tus miedos,
entre cenizas y polvo
escondo tus escombros,
quemo tus demonios,
calmo tus agobios,
entre humo y fuego
espanto tus sollozos.
Avivo tu esfuerzo,
soplo tus anhelos,
de todo te libero,
te refugio en mi pecho.
La luna me habla de ti
cada noche que no estás,
me sonríe dulce y feliz,
no puede darme más.
A veces tan llena
a veces vacía,
tan vieja y tan nueva,
tan blanca y tan fría.
Me busca distante
me mira lejana,
sonríe brillante,
con calma me llama.
Luna tierna,
luna llana,
vuelve a mí la mirada,
pon la vida que falta
en esta noche cerrada.
El color del cielo hay días
que al del alma es similar,
gris como el humo,
negro como el luto.
Y en esos inviernos fríos
uno no sabe qué hacer,
sin abrigo la conciencia
adormecido el sentimiento,
la lluvia vuelve a caer.
Lluvia que moja los sentidos,
el corazón congela
y el alma hiela.
Y mientras el temporal escampa
sigo tejiendo anhelos,
de vislumbrar días claros,
azules cielos,
de ver amaneceres sin ocaso,
puertas que se abren,
amigos que vuelven,
puentes que se cruzan,
flores que renacen.
Y en el atardecer de la calma
dibujar una sonrisa
que devuelva el color al alma.
