Todos dicen...volveremos...
a la normalidad,
a lo que antes teníamos...
a lo que hemos perdido.
Pero ¿a qué queremos volver de verdad?
¿A seguir destrozando el planeta
dañando su naturaleza?
¿A trabajar de sol a sol
en un trabajo precario
donde apenas se llega a fin de mes
con un mísero salario?
¿A seguir disfrutando poco de la familia
porque no se dispone de tiempo
por estar cansado y agobiado?
¿A aguantar colas en el supermercado,
empujones en el metro,
esperas en las urgencias
y atascos de tráfico?
¿A seguir viendo personas sufrir,
niños abandonados,
mujeres que sufren maltrato
y ancianos en residencias olvidados?
Si de verdad a esto queremos volver...
no hemos aprendido nada.
Volvamos a un mundo mejor,
a valorar lo importante,
a tomar conciencia
de lo que merece la pena;
volvamos a luchar por lo que queremos,
a no rendirnos, a ser eternos;
a contagiarnos de la alegría,
a creer en lo imposible,
soñar con lo infinito,
sentir que estamos vivos.
Volvamos a mirar al de al lado sin recelo,
a ayudarnos,
a tendernos la mano,
a no preocuparnos en exceso,
a confiar y seguir avanzando.
Volvamos a lo que nos haga mejores,
más fuertes, más humanos;
entonces sí habremos aprendido algo.