martes, 10 de abril de 2018

Sin techo




Tumbado en un banco de la Castellana
lo veo todas las mañanas
cuando voy a trabajar,
no sé si es hombre o mujer,
tiene la cabeza tapada
y no lo puedo ver.

A su lado hay un carrito
con todas sus pertenencias;
qué curioso, pienso,
hasta los que no poseen nada
también dejan herencia.

Es una mañana fría de invierno,
las aceras están mojadas,
hace escasas horas que ha llovido
y no llevo paraguas;
en mi bolso tan solo un bocadillo
y una botella de agua,
es mi almuerzo de la mañana
pero en realidad a mí no me hace falta;
así que lo dejo junto a sus zapatos
como si fuera un Rey Mago
y sigo mi camino,
espero que sea de su agrado.

Mañana no sé si estará
pero llevaré ración de más
por si me lo vuelvo a encontrar.

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