Tenía las ganas intactas
de volver cada día de madrugada
a dormir al lado de su amada
y abrazar sus sueños
bajo la almohada.
de volver cada día de madrugada
a dormir al lado de su amada
y abrazar sus sueños
bajo la almohada.
Los días eran eternos
y las noches aún más largas,
daba tragos amargos
de una soledad en llamas.
Solo le quedaba el recuerdo
como una mala resaca,
que en su memoria tatuado
a fuego lento y pausado,
le miraba sin pena la cara.
A su regazo quería partir,
le quedaba mucho por sentir;
sabía que sería feliz
en el momento que llegase allí.
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