viernes, 7 de septiembre de 2018

De Madrid al cielo



Madrid,
tan grande y colosal,
de mi país capital
y de todos los españoles
el centro de gravedad;
es señal de libertad,
tan cosmopolita y universal,
y a su vez, un tanto tradicional.

En sus brazos recoge
razas, culturas, religiones,
en su regazo se funden
un sinfín de emociones;
tan amada por unos,
quizá por otros odiada,
nunca deja indiferente
a quienes se acercan a visitarla.

Orgullo de Catedral
junto a un Palacio Real,
un Sol que es centro
de una civilización
reunida cada año
al son de un Reloj;
un templo en honor a Debod
sobre una colina
donde el cielo es infinito
y el silencio, perpetuo.
Un alma dividida en dos,
un amor entre Neptuno y Cibeles
que vuelve loco a los dioses
y a algún que otro seguidor;
personajes ilustres
entre los que destaca
el más grande descubridor
que lleva por nombre Colón;
cuatro torres sobresalientes
de vidrio y hormigón,
una Puerta que derriba fronteras
y que un cantautor
hizo de sobra conocida;
una Plaza Mayor
que es centro de reunión
y de mercadillo navideño
cuando llega la ocasión;
un paseo por el Retiro
cada tarde de domingo
cuando cae el sol.

Así es Madrid,
con su oso y su madroño,
símbolo de una ciudad
que además de llevarte el cielo
te toca el corazón.

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