miércoles, 23 de mayo de 2018

Sin techo (final)




Así que decido cambiar mi recorrido,
ir en su busca a ver si lo encuentro;
finalmente lo hayo debajo de un puente
a resguardo de la intemperie.

Ahora está acompañado de otros
en su misma situación,
no me da para ayudar a todos
pero continúo con mi labor.

Lo observo desde la lejanía,
al fin sé que es un hombre
de mediana edad aunque
no sé su nacionalidad.

Al día siguiente le llevo
una bolsa con más víveres;
se lo dejo sigilosamente
entre sus enseres
cuidándome de que nadie se entere.

Cuando paso al día siguiente
lo encuentro sentado
con el cartón de leche
entre sus manos,
compartiendo lo poco que tiene
con sus nuevos hermanos;
hay que ver cuánto hemos de aprender,
cuánto menos tenemos más generosos somos,
y eso nadie lo llega a comprender.

Al cabo de unos días,
cuando pasa el mal tiempo
y comienza la primavera,
vuelve a su sitio de siempre,
a su banco y a su rutina;
y yo sigo quedando con él a mi manera,
cada mañana en la Castellana,
mientras él duerme
y yo paso, camino del trabajo.

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