Fuiste mis ganas de nadie más,
el ayer de mis mañanas,
el destello fugaz
que templó mis madrugadas;
fuiste el polvo
que se desvaneció de un soplo,
la vidriera convertida
en cristal roto,
el canto que se ahogó
en un cántaro poroso.
Nada queda,
nada regresa,
nada quema,
y nada se espera.
nada regresa,
nada quema,
y nada se espera.
No hay comentarios :
Publicar un comentario