Al caer la noche
gotas de agua dulce barren las calles,
limpian los recuerdos del asfalto
donde se grabaron nuestros nombres.
Los charcos recogen
ilusiones de un mañana perdido,
reflejos transparentes
de lo que pudo haber sido.
Lluvia afilada clavada
en un corazón que sangra,
mientras tu ropa, mojada,
por tu cuerpo resbala.
Levanta el día por la mañana,
tormenta que huye sin agallas,
cielo despejado en tu piel
soles bajo la almohada.
Frescor suave entre sábanas
me quedo con las ganas,
de un diluvio universal,
de ver la lluvia
de nuevo en mi ventana.
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